“El mal es mal, aunque todo el mundo lo haga. Y el bien es bien, aunque nadie lo practique.” Esa frase, escuchada por Alejandro Girón el día de su graduación del Tecnológico de Monterrey, se le quedó grabada para siempre. Pero fue otra la que, según cuenta, le cambió por completo la vida. Ese mismo día, el entonces rector del Tec, el doctor David Noel Ramírez, habló sobre un concepto profundo que ha guiado la vida de miles de egresados: la hipoteca social.
No se trata de una deuda financiera, sino de una deuda moral. Una responsabilidad que todos tenemos de retribuir a la sociedad, al menos una parte, de todo lo que hemos recibido. Alejandro, con los años, no solo entendió el mensaje; lo convirtió en acción.
Años después, cuando pudo reunirse nuevamente con el doctor David Noel, este lo felicitó por su crecimiento profesional. Pero, en lugar de hablar solo de logros financieros o seguidores en redes sociales, le lanzó una pregunta directa que le quedó resonando en el alma: “Alejandro, ¿y cómo vas con el pago de tu hipoteca social?”
Esa pregunta lo transformó. Le dio dirección. Y desde entonces, Alejandro Girón decidió que parte de las ganancias que genera a través de las inversiones que gestiona para sus clientes se destinarían, cada mes, a apoyar proyectos con impacto social.
No lo hizo para presumir. No lo publicó inmediatamente en redes. Lo hizo desde el corazón, como un compromiso silencioso, pero firme. Y hoy, tras más de dos años de trabajo constante, decidió abrir ese capítulo de su vida al público. No como un acto de promoción, sino como una invitación.
“Quiero que conozcas estos proyectos y, si puedes, también te sumes a ellos. Todos tenemos una hipoteca social que pagar”, dice en un reel reciente que rápidamente conmovió a su comunidad.
LEER TAMBIEN: Premios Q de la Música celebran novena edición con una “Noche de Estrellas” en el Hard Rock Café
Las donaciones que ha realizado no se limitan al dinero. También ha aportado en especie y, quizás lo más valioso, en servicio. Su conocimiento, su tiempo, su capacidad de movilizar voluntades, también forman parte del pago de esa hipoteca. Porque como él bien lo señala, no se trata solamente de aportar dinero, sino de entregar también aquello que no todos están dispuestos a dar: voluntad.
En un entorno donde muchas figuras públicas promueven el éxito como sinónimo de acumulación, Alejandro ofrece una perspectiva distinta. Él no niega el valor del dinero, pero insiste en que su verdadero propósito está en lo que se construye con él. En lo que se devuelve. En cómo puede transformarse en una herramienta para equilibrar las enormes desigualdades sociales que nos rodean.
Por eso, habla abiertamente de la hipoteca social. Para él, no es una carga, sino una guía. Un recordatorio constante de que los logros personales tienen mucho más sentido cuando se convierten en bienestar compartido. “No se trata de cuánto tienes, sino de cuánto puedes aportar”, ha dicho en diversas entrevistas. Y ese principio es el que ha marcado no solo su vida personal, sino también su manera de trabajar como asesor financiero y creador de contenido.
Alejandro ha comprendido que en la vida no se trata solo de crecer, sino de devolver. Y que el crecimiento verdadero se mide también en el impacto que generamos a nuestro alrededor. Su mensaje no apunta a la culpa, sino a la conciencia. No busca juzgar, sino inspirar. Y lo logra con una voz cercana, sin soberbia, sin imposiciones, pero con profundo compromiso.
En su comunidad digital, ahora invita abiertamente a quienes lo siguen a sumarse. No como seguidores, sino como actores. “Comenta la palabra hipoteca y te comparto cómo juntos podemos hacer la diferencia”, menciona en su video, dejando claro que este camino está abierto para todos, no solo para quienes tienen grandes recursos, sino para quienes tienen disposición.